Taller de masaje inclusivo
Taller de masaje inclusivo: 3 opciones:
A) Taller de masaje inclusivo para personas con discapacidad intelectual o psicosocial
B) Taller de masaje inclusivo para personas con discapacidad física
C) Taller de masaje inclusivo para personas con discapacidad sensorial (visual, auditiva…)
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A) Taller de masaje inclusivo para personas con discapacidad intelectual o psicosocial
B) Taller de masaje inclusivo para personas con discapacidad física
C) Taller de masaje inclusivo para personas con discapacidad sensorial (visual, auditiva…)
Nota: También disponibles en Lengua de Signos
En 2017, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió datos demográficos acerca de la discapacidad. De acuerdo al estudio, más de 1.000 millones de personas padecen algún tipo de discapacidad. Es decir, el 15% de la población mundial vive con alguna limitación.
La formación docente debe contemplar y atender; por ende, servir para atender la diversidad, incluyendo el conocimiento sobre las especificidades de los estudiantes con necesidades educativas especiales.
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Al mismo tiempo, la ampliación del acceso a las escuelas básicas no ha ido acompañada de inversiones para implementar los cambios necesarios en diferentes dimensiones: en la formación inicial y continua de los docentes, en las políticas, en los planes de estudio, en las condiciones laborales de los profesionales de la educación, infraestructura escolar y reorganización de las condiciones de enseñanza. Ante esta realidad, el presente curso de masaje inclusivo tiene como objetivo analizar y mejorar la matriz curricular de los alumnos destinatarios de este tipo de cursos, con el objetivo de identificar la presencia, en ellas, de disciplinas y/o contenidos que versan sobre Especialidades concretas como el masaje, adaptándose a las necesidades de cada caso concreto.
Históricamente, las personas que tenían algún tipo de discapacidad eran alejadas de la vida social. Las acciones dirigidas a este colectivo fueron básicamente asistencialistas y engendradas por motivación religiosa o caritativa. Aunque todavía ocurre hoy en día, esto es cada vez menos frecuente, en parte, principalmente, debido a las actitudes y comportamientos que están adoptando las personas con discapacidad (BERNARDES et al., 2009).
Las personas con discapacidad reciben en muchas ocasiones, la etiqueta de incapaces, ineficientes o “pobres”. En determinadas ocasiones, son segregados, excluidos y condenados al aislamiento, porque no cumplen con los estándares normales impuestos por los medios de producción capitalista. En este régimen económico, los estándares de normalidad son la productividad y la adaptación a los estándares sociales, como afirman Cidade y Freitas (2002), quienes también enfatizan que estas personas corren el riesgo de ver comprometida su independencia, al confundirse erróneamente discapacidad con incapacidad. para juzgar y decidir.
Esta situación acaba generando, en las personas que no tienen discapacidad, la premisa paternalista de tomar decisiones, creyendo que no son capaces de tomar dichas decisiones por sí solos. Este comportamiento aún está presente, a través de un trato sobreprotector, infantilizante y autoritario, también por parte de profesionales de la salud, cuidadores y familiares. Esto muchas veces genera una relación en la que la persona con discapacidad es el polo débil y la persona sin discapacidad pasa a actuar como fuente de poder.
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